sábado, 20 de mayo de 2023

Ascensión de nuestra humanidad en la Divinidad de Cristo

 En efecto, la realidad de las llagas de la Cruz en el cuerpo glorificado de Jesús después de su resurrección nos revela una profunda verdad filosófica y teológica. Al ascender al cielo, Jesús no se despoja de su humanidad, sino que la lleva consigo como parte integral de su ser divino.
Las llagas de la Cruz son signos visibles de su entrega total por la humanidad, de su sacrificio redentor por nuestros pecados. Al mantener las llagas en su cuerpo glorificado, Jesús muestra que su amor y misericordia trascienden el tiempo y el espacio. Su humanidad, con todas sus aflicciones y dolores, se une inseparablemente a la gloria celestial. Esto revela una profunda verdad filosófica: la unión de lo divino y lo humano en la persona de Jesús.

La ascensión de Jesús, con sus llagas, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de nuestra existencia humana. A menudo, tendemos a buscar la trascendencia escapando de las realidades terrenales, como si la materia y el sufrimiento fueran obstáculos para nuestra elevación espiritual. Sin embargo, la realidad de Jesús con sus llagas nos muestra que nuestra humanidad misma tiene un valor y un propósito en el plano celestial.
Nuestras propias aflicciones y dolores no deben ser vistos como impedimentos para nuestra realización espiritual, sino como oportunidades para unirnos más profundamente a Cristo. A través de nuestras experiencias humanas, incluidas las dificultades y el sufrimiento, podemos encontrar la gracia de Dios y la esperanza en medio de la adversidad. Así como Jesús lleva sus llagas en la gloria celestial, nosotros también podemos ofrecer nuestras heridas y sufrimientos a Dios, confiando en que Él los transformará en instrumentos de amor y redención.

En resumen, la permanencia de las llagas de Jesús en su cuerpo glorificado durante la Ascensión nos enseña que nuestra humanidad no es un obstáculo para la unión con lo divino, sino que puede ser elevada y glorificada en Cristo. Esto nos anima a abrazar nuestras experiencias humanas, incluidas las dificultades, como oportunidades para crecer en amor y unidad con Dios. La filosofía de la ascensión con llagas nos invita a encontrar la trascendencia en medio de nuestra existencia terrenal y a confiar en que Dios puede transformar incluso nuestras heridas en fuentes de gracia y salvación.